miércoles, 10 de noviembre de 2010

Cuando la Justicia se aleja del sentido común y hace diferencias

En el término de una semana y una atrás de la otra, dos resoluciones que tomó la Justicia dieron evidencias de falta de sentido común, pero por sobre todas las cosas, un profundo sentimiento de que no todos somos iguales ante la Ley. El cura Julio Grassi, quien cuenta con una condena confirmada de 15 años de prisión por abusar sexualmente de un menor, sigue en libertad y a diferencia del resto de los mortales goza del beneficio de no ir a prisión. El martes, la Sala I de la Cámara en lo Penal de Morón por mayoría optó por considerar que no correspondía a ellos determinar si el cura debía o no ir a la cárcel, tal cual ocurriría con cualquier otra persona que incluso tuviese condena por un delito menor. Concretamente, los jueces dijeron que no son ellos quienes deben resolver el pedido de detención que hizo la fiscalía y las querellas, y a partir de allí se abre un interrogante que ya nadie se atreve a contestar: ¿si no lo hizo el propio Tribunal al condenarlo, si no lo hizo la Cámara de Casación Bonaerense tampoco, quien o quienes serán aquellos que hagan que el cura cumpla con la condena?. Ahora, las espectativas están puestas en la Suprema Corte Bonaerense (donde hay varios recursos planteados), pero es incierto si allí se definirá si va o no a la cárcel, ya que incluso luego tendrá la posibildad de recurrir ante la Corte Suprema de la Nación. El Tribunal Oral Criminal N 1 de Morón, el mismo que lo condenó a 15 años de prisión en 2009, al volver a evaluar si ordenaba su detención semanas atrás, cosa que rechazó, adelantó que corresponde hacerlo una vez que el cura agote todas las instancias recursivas. Con esa decisión, el Tribunal mostró que en el sistema judicial argentino claramente existen las diferencias de oportunidades que tienen los acusados. Mientras las cárceles están superpobladas, y muchos de los detenidos lo están sin condena, Grassi sigue en libertad y luego de demostrarse que abusó  sexualmente de un menor de edad.
Pero si había algo que pudiese dar más indignación y sobre todo la sensación de que aún hay impunidad para algunos, se conoció que el ex presidente Fernando De la Rúa resultó sobreseído en la causa por homicidio culposo de cinco manifestantes durante la histórica y dramática jornada del 20 de diciembre de 2001. La Sala II, por dos votos contra uno, confirmó lo que meses atrás había dicho el juez Claudio Bonadío, y desvinculó casi en forma definitiva a De la Rúa de la causa. Básicamente, los camaristas Eduardo Farah y Martín Irurzun dijeron que De la Rúa estaba exceptuado de "hacerse cargo de custodiar personalmente cómo las fuerzas de seguridad cumplen sus tareas", esto es, la salvaje represión que arrojó cinco muertos en la Capital Federal. También consideran que "no es posible, en este marco,
atribuirle (a De la Rúa) una falta de diligencia debida, sino que, por el contrario, todo indica que efectuó el
control que su posición le encomendaba". Sí, hablan que tuvo "control", lo que no parece indicar tal cual ocurrieron los hechos. Tal vez, más sentido común tiene el voto del camarista Horacio Cattani (quien optó por confirmar el procesamiento) al recordar que los hechos de violencia empezaron la jornada del 19, antes de las muertes, y eso era una "evidencia de que las fuerzas policiales podían cometer excesos". Para los jueces De la Rúa no estuvo personalmente a cargo del operativo de seguridad y no tenía la obligación de estarlo, pero ¿acaso no era el Jefe máximo? y si hubiese asumido ese rol en serio no tendría que haber actuado para evitar el derramamiento de sangre. Entonces, cómo se explica que no hizo nada, hubo muertos y heridos, y no tiene que responder por su inacción.
Una semana dificil para hablar de LA JUSTICIA cuando se conocen estas dos decisiones, que se alejan mucho del sentido común, y nos hacen sentir que no todos somos iguales y que no todos tenemos el mismo trato.

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